Con motivo de la celebración del proyecto cultural El Museo en el escaparate, cuyo principal objetivo se centra en superar la tradicional escisión entre la actividad comercial y la función social de los museos como esferas contrapuestas en la vida social, lanzamos una reflexión sobre el acercamiento del cine al comercio desde su vertiente artística, analizando –a través de este cine fórum– la relevancia del mundo comercial en algunas obras cinematográficas.
Lo cierto es que, a lo largo de la historia del cine, en ocasiones, el lugar o emplazamiento donde se desarrolla la actividad comercial pasa a tener un rol muy importante en la trama, tanto que puede llegar a tener la relevancia de un personaje más.
El cineasta hongkonés Wong Kar Wai, acostumbra a dotar de una importancia reveladora algunos de los locales de comida o cafeterias que aparecen en sus películas. Tanto en Chunking Express (1994) como en My Blueberry Nights (2007), los locales que aparecen no sólo son el escenario donde transcurre la mayor parte del film, sino que además funcionan como una extensión de los propios personajes. Al igual que no menos importante es la cafetería regentada por Viggo Mortensen en Una historia de violencia (David Cronenberg, 2005), donde se da el suceso que revela los secretos del protagonista de la película.
Estos establecimientos cuya importancia dramática es indiscutible y que son reflejo de la forma de vida de los personajes que los regentan, son del mismo modo equiparables a la tienda de ultramarinos de El señor Ibrahim y las flores del Corán (F. Dupeyron, 2003), el bar de Lolo en Tapas (Cruz y Corbacho, 2005), la tienda de lencería de El abrazo partido (Burman, 2003), la tienda fotográfica de Navidad en agosto (Hur Jin-Ho, 1998), el videoclub de Rebobine, por favor (Gondry, 2008), el estanco de tabacos de Smoke (Waine Wang, 1995), la ebanistería de Mi pequeño negocio (Jolivet, 2000), la peluquería de Caramel (Labaki, 2007) o la entrañable tienda de chocolates de Chocolat (Lasse hällstrom, 2000). Lugares que constituyen el eje que vertebra el conjunto del film y revelan los sentimientos y la forma de ser de los personajes como lo haría un gesto o una mirada.
Sin embargo, no todo son pequeños negocios. El cine de comedia principalmente, como el de terror (no olvidemos los grandes almacenes donde se desarrolla Zombie, de George A. Romero), también se ha ocupado de las grandes superficies. Los gags alocados de los hermanos Marx en los grandes almacenes de Tienda de locos (1941), sirvieron de inspiración a Jerry Lewis en su alocada Lío en los grandes almacenes (1963). Un relevo que toman entre otros en el cine contemporáneo el Kevin Smith de Clerks (1994) y Mallrats (1996) o el Álex de la iglesia de Crimen ferpecto (2004), convirtiendo las grandes superficies comerciales en lugares donde es posible que sucedan las más alocadas situaciones.
PROGRAMA:
Días 9 de junio: Chungking Express, de Wong Kar Wai (1994).
Día 16 de junio: Tienda de locos, de Charles Reisner (1941).
Día 23 de junio: El señor Ibrahim y las flores del Corán, de François Dupeyron (2003).
A las 20:00h., en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife (Casa Lercaro).
Entrada gratuita.