Marrakech, 2 de diciembre de 1999. San Cristóbal de La Laguna es declarada por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”.
En aquella memorable fecha, la referida organización justificó tan honorable distinción a la ciudad tinerfeña en base a los siguientes criterios:
– La Laguna es un conjunto histórico arquetípico de la ciudad – territorio y constituye el primer ejemplo conocido de ciudad colonial no fortificada convirtiéndose en el precedente directo de las nuevas fundaciones americanas.
– La urbe fue trazada a partir de un plan preconcebido, nunca fruto de la casualidad, basado en los principios filosóficos vigentes en la época de su fundación.
– El trazado original ha permanecido inmutable desde la fecha de su creación.
– Conserva en buen estado cerca de seiscientos edificios de arquitectura mudéjar.
– La ciudad es paradigma del intercambio de influencias entre la cultura europea y la cultura americana, con las que ha mantenido un vínculo permanente.
El Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) alberga dos sedes de indudable valor histórico – artístico: la Casa de Carta, ubicada en Valle de Guerra, y la Casa Lercaro. En el caso de este último inmueble, es justo reconocer el valor añadido que supone el hecho de estar en el epicentro del casco histórico de una ciudad que ha sido declarada “Patrimonio de la Humanidad”. La historiografía ha confirmado que el edificio fue construido en el solar donde años antes se había erigido la casa del escribano público Gaspar Justiniani, miembro de una familia de renombre que, como los Lercaro, procedían de la capital cultural y comercial de la región de Liguria. Los Lercaro, y en esto vuelven a tener similitudes con los Justiniano, habían llegado a Canarias procedentes de Sevilla, ciudad en la que hacía tiempo se había asentado un barrio de los genoveses.
Quiso el destino que ambas familias emparentasen al desposarse Catalina Justiniani con Francisco Lercaro de León, el constructor, a finales del siglo XVI, de parte del edificio que podemos contemplar en la actualidad.
Es posible que la casona de los Justiniani, ubicada en la antigua “Calle Real”, hoy la popular San Agustín, sea uno de los inmuebles que incluyera Leonardo Torriani en el celebérrimo plano que, sobre la ciudad de los adelantados, realizó en 1588, y cuyo original se encuentra actualmente conservado en la Biblioteca de la Universidad de Coimbra.
Todos estos apuntes históricos confirman el vínculo indisoluble que existe entre San Cristóbal de La Laguna y el MHAT. Fue en el año 2000 cuando el Ayuntamiento dio inicio a los actos conmemorativos de la declaración, y que, desde ese momento, no han dejado de celebrarse hasta la fecha, en la que se conmemora su 12º aniversario. Desde aquellas primeras efemérides conmemorativas, el MHAT ha mostrado una sensibilidad especial para con todos estos actos, haciendo honor al privilegio que supone el ser un museo de historia que se encuentra situado en el mismo centro del casco histórico de una ciudad declarada “Patrimonio de la Humanidad”, privilegio del que pocos museos en nuestro país pueden presumir, porque pocas son las ciudades que integran el selecto Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España junto con la Ciudad de los Adelantados: Alcalá de Henares, Ávila, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza, Mérida, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona y Toledo.
Desde el año 2000, el MHAT ha venido organizando unas jornadas de puertas abiertas consistentes en la gratuidad de las visitas al bello inmueble y la contemplación de sus colecciones. A lo largo del tiempo, estas visitas fueron complementándose con la celebración de actividades de carácter especial, tales como “Noches de Museo”, de producción propia, y la organización, en colaboración con el ayuntamiento de la ciudad de Aguere, de itinerarios teatrales, pequeñas escenografías inspiradas en personajes históricos de la ciudad.
El pasado sábado, 26 de noviembre, se iniciaron con la “Noche en Blanco” los actos conmemorativos para celebrar el 12º aniversario de la declaración, y cuyos actos finalizarán el próximo 2 de diciembre. Actos que, paradójicamente, comenzaron a las 11:00 am, con la recepción que le brindó el museo a una delegación cultural procedente de Cabo Verde (Humberto Elisio da Cruz Lima, Presidente del instituto de Investigación y Patrimonio Cultural de Cabo Verde), Mauritania (Jiyid Ould Abdi, Presidente del Instituto Mauritano de Investigaciones Científicas) y Senegal (Abdoul Aziz Guissé, Jefe de la División de Sitios y Monumentos históricos clasificados). La “Noche en Blanco” es una de las iniciativas culturales más espectaculares y de mayor aceptación por el público en los últimos años. Creada en París en el 2002, desde el primer momento tuvo una aceptación que superó todas las expectativas. Su precoz éxito motivó el que la idea pronto fuera adaptada por otras grandes capitales europeas: Roma, Madrid…San Cristóbal de La Laguna ha seguido el modelo y la comenzó a poner en práctica a partir del 2009.
Todas estas actividades, desarrolladas a lo largo de algo más de una década, ponen de manifiesto la integración del MHAT en la órbita de la ciudad declarada “Patrimonio de la Humanidad”. Pero, al mismo tiempo, suponen la constatación de la adopción de un modelo de museo que se ha planteado como la antítesis de aquel otro, el del “templo de la cultura”, y que fuera tan duramente atacado durante los años 60, en los albores del ecomuseo de G. Riviere. El nuevo modelo al que nos referimos es el del museo que es concebido para satisfacer las necesidades de una sociedad de masas totalmente identificada con la mercantilización de la cultura tan propia de nuestros días. En este sentido, no estaría de más recordar que el arquitecto Ignacio de Solá – Morales manifestó en una ocasión[1] que museos y grandes centros comerciales se parecían cada vez más, porque no sólo incitaban al consumo, sino que además coincidían por ser lugares de relación social, territorios para gozar del tiempo libre. En definitiva, el museo moderno es el lugar idóneo para satisfacer las necesidades de lo que Edgar Morin[2] denominó la cultura de masas, aquella que acude a contemplar las reliquias del pasado intentando llenar su necesidad de simbolismo y de pertenencia ante la turbadora soledad del individuo moderno, pero que, como ha apuntado I. Casado Galván[3], sólo puede acceder a ellas bajo la forma reductora de las mercancías. Este modelo ha posibilitado el triunfo absoluto de los museos de arte contemporáneo, en detrimento de los de la naturaleza y los de las ciencias sociales.
Y, como dice el refrán, a rey muerto, rey puesto. El modelo actual de museo ha relegado al ostracismo a aquel otro que lo vinculaba exclusivamente con la documentación, la investigación y la difusión del patrimonio. Ahora mismo, la concepción de los museos públicos que no sean de arte contemporáneo como instituciones clave en el organigrama del Patrimonio Histórico Insular, tal como dispone la legislación vigente, se vislumbra como una utopía. Por eso interpretamos, con la misma nostalgia del turista que lee los epitafios de las sobrecogedoras tumbas que aún pueden contemplarse en la Via Appia Antica de Roma, aquella definición que nos recordaba que “son museos las instituciones de carácter permanente abiertas al público que reúnen, conservan, ordenan, documentan, investigan, difunden y exhiben para fines de estudio, educación y contemplación colecciones de bienes muebles de valor histórico, artístico, científico, técnico o de cualquier otra naturaleza cultural” (artículo 76 de la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias).
Jesús Duque Arimany, Técnico Superior del Museo de Historia y Antropología de Tenerife
[1] BALLART HERNÁNDEZ, Josep y JUAN I TRESSERAS, Jordi: Gestión del patrimonio cultural, 2001, pág. 64.
[2] MORIN, Edgar: El espíritu del tiempo. Ensayo sobre la cultura de masas, 1966.
[3] CASADO GALVÁN, I.: “Perspectivas del patrimonio histórico: ¿tiene futuro el pasado?”, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, 2000.