No decimos nada nuevo al afirmar que el Medio Ambiente no pasa por sus mejores momentos, pero de vez en cuando aparecen noticias que invitan al optimismo, como la que reflejaban el pasado sábado algunos periódicos de Canarias. La Concejalía de Servicios Municipales y Medio Ambiente de La Laguna (Tenerife) ha llevado a cabo diversos proyectos de mejora en el alumbrado público de la costa lagunera para, entre otros objetivos, evitar el deslumbramiento de los pollos de las pardelas cenicientas.
La biología reproductora de estas aves marinas resulta sorprendente. Los jóvenes tardan hasta 9 años en retornar a la colonia de cría en la que nacieron y consolidar lentamente la formación de una pareja. Su extraordinaria longevidad les permite nidificar durante varias décadas, pero sólo ponen un único huevo cada año. Los pollos nacen tras casi dos meses de incubación y permanecen en su nido, una simple cueva, cerca de 100 días. A finales de octubre el hambre les empuja a abandonarlo, e iniciar su independencia para afrontar su primer gran desafío migratorio y alcanzar con éxito las costas americanas, a casi 10.000 km de distancia. Pero es entonces cuando deberán enfrentarse uno de sus primeros y principales peligros que, paradójicamente no viene del mar. Y que no tiene forma definida. Es un tipo de contaminación, especial y peligrosa. Una atracción irresistible que puede resultarles mortal.
Es la luz, la que ilumina las noches y nos da seguridad, la que actúa como un imán para aves que han pasado tanto tiempo creciendo entre cuatro paredes de piedra, oscuras y frías, en roques y acantilados costeros. Esos son los lugares donde se localizan las colonias más numerosas de la pardela cenicienta. Con más de un metro de de envergadura y casi 900 g.de peso, es la mayor de las aves marinas de Canarias. También la más abundante y mejor distribuida, además de bien conocida por pescadoras y habitantes de pueblos costeros, entre otras cosas por el sonido peculiar que emite al llegar a sus colonias al anochecer.
Desgraciadamente cada vez son más los tramos litorales afectados por núcleos urbanos o turísticos de gran desarrollo o de complejas infraestructuras, a veces a muy poca distancia de sus colonias, con el consiguiente peligro para aves tan poco experimentadas. En un reciente estudio de Rodrigues y cols. (2012) llevado a cabo en São Miguel (Azores) se ha demostrado que casi el 20% de los juveniles de pardelas cenicientas se ven afectados por este problema, y terminan por chocar con farolas o edificios para caer a tierra, donde resultan muy vulnerables.
La sustitución progresiva de alumbrado convencional por otro de menor intensidad representa un beneficio no solo paras estas aves, sino también para otros pequeños procelariformes como paíños y petreles que nidifican en colonias cercanas y que se ven afectados por el mismo problema.
Guillermo Delgado Castro, Biólogo del Museo de la Naturaleza y el Hombre.