Establecer un diálogo en torno al Arte Popular Mexicano es ser conscientes de la relación existente entre los múltiples factores que le envuelven. Es conversar de un país abundante, rebosante de recursos materiales y humanos que le llevan a colocarse en un lugar privilegiado dentro del sector artesanal. Es reconocer en lo basto de su territorio, la multiplicidad de sus formas, el colorido de la naturaleza que lo conforma y la magia que de su gente emana, la inspiración convertida a través de las manos sus creadores, en la más pura realidad del lugar cuyo surrealismo es la palabra que le define. Es contar horas interminables de arduo trabajo, resultado de un cúmulo de historias de familia transmitidas entre generaciones, es vida, sustento y legado de técnicas que han persistido por cientos de años.
Es al mismo tiempo, saber distinguir la importancia de lugares destinados a la conservación, preservación y difusión de las actividades artesanales. Uno de esos sitios, es “La Esquina”, Museo del Juguete Popular Mexicano (el cual surge de la Fundación para la Conservación del Juguete Popular Mexicano), ubicado en el centro del que es considerado el “Corazón de México, San Miguel de Allende, cuenta en su colección con más de 3,700 piezas, las cuales son ejemplo de la labor y calidad artesanal hechas juguete. Buscando incentivar la producción de lo elaborado a mano, muestra a lo largo de sus salas de exhibición, aquellos juguetes con los que nuestros antepasados echaban a volar su imaginación, los mismos con los que nosotros disfrutamos de infinitas tardes de alegría y los que, ante los avances tecnológicos se han visto en la necesidad de reinterpretar.
Pertenecientes a diversas ramas artesanales (Alfarería y cerámica, textiles, fibras vegetales, metalistería, laca y maque, talla en madera, instrumentos musicales, papel y cartonería, miniaturas y varios, tales como cuerno de toro y hueso de res), de diversas formas, y evocando escenas del día a día, o lo más profundo de nuestros sueños, los juguetes exhibidos nos llevan a un viaje al pasado llenándonos de sana nostalgia.
Con piezas procedentes de toda la república mexicana nos invitan a recorrer el territorio nacional, ya sea de la mano de las muñecas creadas en la frontera norte como las elaboradas por los pueblos Rarámuri (también conocidos como Tarahumaras, habitantes de la Sierra Madre Occidental) o Kiliwas (grupo étnico que vive al norte de Baja California) y de aquellas que acompañan a las niñas del sur, fieles representaciones de la comandanta Ramona (mujer indígena que encabezó el Movimiento de Liberación Nacional en Chiapas durante los años 90).
Viajando en coloridos trenes de madera, aviones de paja de trigo hechos en la meseta purépecha (estado de Michoacán) o el auto de tus sueños en miniatura, nos trasladan al centro del país para conocer todo aquello que puede surgir de un pequeño trozo de papel o de cartón: muñecas conocidas coloquialmente como “Lupitas”, los más aguerridos luchadores o maquetas con mecanismos generadores de movimiento. Durante el camino al centro de México, podemos ser partícipes de las maravillas que nacen de la tierra: cocinas diminutas, animales de cuento y silbatos que emulan los sonidos de la naturaleza; los cuales son elaborados en barro y en más de una ocasión teñidos también con lo que sus creadores toman de las entrañas del suelo que pisan.
Arribando al sur, se es testigo de técnicas que han sobrevivido no sólo al paso de los años, sino a la llegada y colonización de los españoles, destacando la laca y maque, cuyo inicio de producción se presume, se remonta hace aproximadamente 2,500 años. Teniendo como mayor representante al Estado de Guerrero con el municipio de Olinalá, ésta técnica prehispánica la cual hace uso de pigmentos minerales extraídos manualmente por las mujeres del pueblo, decoran las superficies de animales fantásticos, ferias y medios de transporte cuya alma es de bule o guaje (calabazo) y madera.
“La Esquina”, Museo del Juguete Popular Mexicano, cuya misión es descubrir a México a través de sus juguetes, nos invita a reflexionar a lo largo de sus seis salas de exhibición, acerca de la importancia del juego y juguete en la infancia, así como su papel fundamental en la formación integral de los pequeños, al mismo tiempo que nos exhorta a conservar la artesanía mediante la muestra, producción y consumo de bienes artesanales.
Ya sea que visites sus instalaciones, que compres algún juguete en su tienda de recuerdos, participes y difundas el Concurso Nacional que su Fundación organiza, o actualmente y debido al confinamiento, disfrutes de sus recorridos virtuales, no pierdas la oportunidad de descubrir en “La Esquina” un lugar construido de los sueños bordados de hilos que unen los corazones con las manos de aquellos que se atrevieron a vivir para siempre siendo niños.
Fotografías de mi autoría, tomadas en el Museo del Juguete Popular Mexicano.
1. Vajilla miniatura elaborada en barro vidriado libre de plomo, procedente del Estado de Michoacán.
2. Vajilla de barro bruñido, elaborada en el Estado de Morelos.
3. Caballo para montar, elaborado de barro vidriado libre de plomo, procedente del Estado de Jalisco.
4. Muñeca representando la vestimenta tradicional rarámuri, elaborada de lana y tela confeccionada.
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