¿Qué era esa expedición?. Pues ni más ni menos que la primera operación internacional con carácter sanitario y humanitario propuesta al rey Carlos IV por el prestigioso médico y cirujano militar español Francisco Javier de Balmis y Berenguer con el fin de llevar la vacuna antivariólica (contra la viruela) hasta el último confín del Imperio Español para salvar cientos de miles de vidas, especialmente niños. Sería el propio Carlos IV quien sufragaría la misma.
La vacuna había sido puesta al día y probada con éxito por Edward Jenner, médico rural inglés, en 1796 quien publicaría sus resultados dos años más tarde haciéndola universalmente famosa.
Para que la vacuna resistiera el larguísimo viaje, Balmis recurrió a un método consistente en llevarse a un grupo de niños huérfanos menores de 10 años como reservorio de la misma a los que se les inoculó la vacuna para poder extraer el fluido de las pústulas que se formaban (en lo que se denominó «método seriado»). De este modo, podía ser inoculada a millares de personas residentes en los distintos territorios del Imperio.
La expedición, a bordo del hoy famoso barco «María Pita», zarpó del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 con Balmis (quien aprovecharía para hacer estudios sobre las plantas medicinales de las regiones que tocaban) a la cabeza y dos médicos auxiliares, dos practicantes, tres enfermeras y la rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, Isabel Zendal, quien sería la responsable de la atención y cuidado de los 22 niños que iban a bordo. Hay que recordar que Isabel Zendal está reconocida como la primera enfermera en una misión sanitaria internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El primer puerto que tocó la citada expedición fue el nuestro, Santa Cruz de Tenerife, donde pasó un mes vacunando a miles de personas y desde donde, el día de Reyes (6 de enero) de 1804, partiría hacia el Nuevo Mundo. Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, todo el territorio conocido en aquel entonces como Nueva España que comprendía México, California, Texas, etc, Filipinas, China y la isla de Santa Helena (aunque era británica admitió que se procediera a la vacunación de parte de su población), fueron las principales regiones donde se llevaría a cabo el procedimiento.
Como curiosidad hay que señalar que la expedición llevaba 2000 ejemplares del «Tratado práctico e histórico de la vacuna», del francés Moreau de Sarthe para distribuirlo en los puertos que tocaban a las diferentes comisiones de vacunación que se iban creando y así pudieran aprender y seguir ininterrumpidamente con el proceso de vacunación.
Para que nos hagamos una idea de la importancia y renombre que tuvo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna en su momento, el propio Edward Jenner, una vez finalizada la misma, sentenció:
«No puedo imaginar que en los anales de la historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y grande».
Es verdad, la expedición Balmis fue sin duda alguna el primero y unos de los mayores hitos de la historia de la medicina preventiva y social y salud pública que ningún país haya llevado a cabo jamás salvando la vida a millares de personas que sin ella hubieran muerto inexorablemente. En estos difíciles tiempos que vivimos es bueno recordar gestas como esta que hoy es desconocida por muchísima gente en nuestro país.
Conrado Rodríguez-Maffiotte Martín
Director del Instituto Canario de Bioantropología y del Museo Arqueológico de Tenerife