Las observaciones astronómicas más primitivas estaban relacionadas con lal necesidad del calendario, tarea complicada por basarlo en las fases de la luna. Este esquema todavía forma la base del calendario hebreo, musulmán y cristiano. El verdadero cambio fue debido al emperador romano Julio César, quien eliminó las fases de la Luna e introdujo un año solar con años bisiestos. En 1582 fue necesario un pequeño retoque. El nuevo calendario fue promulgado por el papa Gregorio XIII. Hoy en día se discute la oportunidad de modificarlo con diferentes mejoras. Existen dificultades para ello, tanto desde el punto de vista técnico y astronómico como político y religioso.