El renombramiento del museo se realiza para mejorar la visibilidad social de la institución y para incluir y representar mejor a todas las personas
El término «hombre» aplicado al nombre de un museo, como en el caso del conocido museo de París (Museo del Hombre), es entendido como un campo de conocimiento que a partir de colecciones de prehistoria y antropología física aborda la evolución humana. Por el contrario, el Museo de la Naturaleza y el Hombre no se dedica a trabajar este aspecto, sino que tiene encomendado investigar, conservar y difundir sobre sus colecciones de historia natural -especialmente de Canarias y de la región macaronésica- así como sobre las de arqueología y protohistoria de Canarias.
En este sentido, los nombres históricos de los dos primeros museos insulares: Museo de Ciencias Naturales de Tenerife y Museo Arqueológico de Tenerife, ambos creados en la década de los cincuenta del pasado siglo, reflejan, de una forma más clara, la verdadera misión de ambas instituciones. Con la decisión de una fusión expositiva de ambos museos, llegó, en 1997, la denominación de Museo de la Naturaleza y el Hombre, que no resultaba clara, ni en cuanto a la materia sobre la que trabajaba, ni en cuanto al ámbito geográfico sobre el que actuaba.
Además, resulta que la antigua denominación del museo, así como sus siglas MNH, resultaban de difícil recuerdo y pronunciación y, como consecuencia, trascurridas más de dos décadas desde su implantación, no consiguió nunca convertirse en una marca conocida o ampliamente asumida por la sociedad de Tenerife y, mucho menos, fuera de la isla.
Finalmente, en los últimos años se ha recibido un amplio número de quejas, de personas y de instituciones, que consideran que se trataba de un nombre no inclusivo, generando encendidas polémicas que se escapan del ámbito científico y educativo de la institución.
Por tanto, el renombramiento del museo era una oportunidad para encontrar una denominación que tuviera, por un lado, una mayor capacidad de mejorar la visibilidad social de la institución y, por otro, que fuera capaz de incluir y representar mejor a todas las personas.
Para la elección de la nueva denominación, tras realizarse sendos procesos participativos, interno y externo, se optó por la contratación de los servicios de profesionales y agencias de naming a través de una convocatoria pública por el procedimiento denominado como «Llamada a proyectos». Entre las empresas y profesionales que optaron a participar (catorce) se realizó, por parte de la Comisión Técnica designada al efecto, una preselección de cuatro que realizaron sus propuestas. De ellas se preseleccionaron tres nombres para el museo, decidiéndose la conveniencia de realizar un test de marca sobre ellos.
El informe de este test, realizado por una empresa de estudios de opinión, concluye que era necesario el cambio de nombre del museo, ya que esto ayudaría a potenciarlo, y que la opción más correcta de las evaluadas, que se ajustaba mejor a los contenidos del museo y que fue votada unánimemente por los participantes en los distintos grupos de discusión es MUNA, Museo de Naturaleza y Arqueología, propuesta que fue realizada por la empresa tinerfeña Mínima, especializada en branding, creatividad y marketing digital.