Nuestro cine forum de la vergüenza se fundamenta en dos principios adoptados por cierto cine de carácter tan variable en cuanto a actual, como en cuanto a su temática, su género, nacionalidad o tipo de producción. De esta forma, presentamos dos maneras de exponer la vergüenza que suman riqueza por su forma de dialogar entre sí.
Una vertiente es la de Shame (Vergüenza. 1968), de Ingmar Bergman, donde el término que da nombre al film hace referencia al aspecto psicológico que atraviesan los personajes a medida en que acaecen una serie de hechos que pueden resultar en sí vergonzosos, con los que el realizador sueco realiza como es habitual en su cine, una reflexión filosófica que no deja indiferente. Partiendo de este tipo de película donde la vergüenza es un aspecto que se muestra tan de principio a fin como en el propio título del film, nos encontramos con diversas producciones indispensables por su fuerte crítica social y actualidad. Así lo son Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf. 2008) y La vergüenza (David Planell. 2009).
Por otro lado, desde su nacimiento, en su vital cometido de transmitir sentimientos, el cine ha conseguido reflejar o transmitir al espectador sentimiento de vergüenza. Algo que no nos resulta extraño si nos remontamos a cierto cine de temática social o tendencia realista, sea cual sea su época de realización, desde el cine de De Sica al de Loach pasando por un gran número de realizadores relevantes de entre los cuales figurarían nombres pertenecientes a nuestro cine patrio.
Sin embargo, en ocasiones el séptimo arte no sólo se pronuncia como un espejo de vergüenzas, sino que llega a confundir al espectador convencional llegando incluso a avergonzarlo. Saló o los 120 días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini. 1975) consigue de ésta forma indagar en el pudor que puede llegar a sentir el espectador al observar sus imágenes. Del mismo modo, otros films igualmente considerados hoy grandes hitos del cine u obras de culto, como Freaks (Tod Browning 1931) o El hombre elefante (David Lynch. 1980) pueden conseguir que el espectador sienta vergüenza ajena e incluso vergüenza de sí mismo.
Si la imagen en movimiento es un firme representante de las vergüenzas del ser humano qué mejor interlocutor que el cine para conocer las vergüenzas del mundo y, en definitiva, conocernos mejor a nosotros mismos.
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