En estos días, la prensa local se ha hecho eco del hallazgo de un avispero en el interior de una casa abandonada en San Sebastián de La Gomera. Lo insólito de la noticia es el extraordinario tamaño –unos siete metros– que alcanza este nido de avispas, fumigado el fin de semana pasado, al parecer, con éxito.
Ninguna de las dos especies de avispas sociales existentes hasta el momento en Canarias (Polistes dominulus y Paravespula germanica) construye avisperos de tal magnitud; sin embargo, a la vista de este coloso, resulta interesante conocer los motivos que impulsan a tan laboriosos insectos a fabricar estos tremendos “edificios sociales”.
Los animales desarrollan comportamientos y estrategias que aseguran su supervivencia y les permiten protegerse de los enemigos, resguardarse en condiciones ambientales adversas, capturar a sus presas o alimentos, desplazarse más fácilmente y, en definitiva, podríamos decir también que les ayudan a mejorar su calidad de vida, tal y como ocurre con la especie humana. De esta forma surge entre los insectos –el grupo animal más numeroso existente en la Tierra– la capacidad de construir lugares adecuados donde garantizar la protección y alimentación de sus larvas, mucho más vulnerables y desprotegidas que los adultos ante los numerosos peligros que acechan a cualquier animal en esa etapa de la vida. Con este objetivo principal, cuya consecuencia última es la continuidad de la especie, y como si conocieran el lema “la unión hace la fuerza”, algunos insectos han conseguido crear sociedades complejas gracias a la existencia de una extrema conducta social entre sus miembros.
Si sorprendentes son las comunidades perfectamente organizadas de estos insectos sociales, más llamativas aún son las edificaciones construidas por ellos, que sirven de soporte para el desarrollo del auténtico trabajo en equipo que requiere la vida colonial. El zoólogo y premio Nobel de Medicina Karl von Frisch, autor del libro “La vida de las abejas” y uno de los fundadores de la Etología –ciencia que se ocupa del comportamiento animal– deja constancia de la asombrosa capacidad de edificación de muchos insectos, a la que califica de “arquitectura animal”.
Desde las construcciones más sencillas y primitivas, como los nidos o los túneles protectores de muchos animales, la evolución del comportamiento culmina en la realización de complejas edificaciones sociales donde se desarrollan, protegen y alimentan colonias enteras de individuos diferenciados en castas. Los avisperos, hormigueros, colmenas y termiteros tienen su razón de ser en la estructuración de la comunidad y en el reparto del trabajo –de forma parecida a nuestras especialidades profesionales– por el bien de la colectividad, no del individuo aislado.
Dos casos destacan, tanto por su sencillez como por su efectividad en el aprovechamiento del espacio, al utilizar la forma hexagonal en la elaboración de las celdas de incubación: los panales de las colmenas, construidos con cera por las abejas de la miel, y los avisperos, realizados con fibras vegetales masticadas por las avispas hasta formar una pasta de papel.
Mientras que los hormigueros son excavaciones realizadas en el suelo, divididas en galerías de comunicación y provistas de cámaras separadas que son utilizadas para múltiples funciones (desarrollo de las larvas y pupas, almacén de semillas y otros alimentos, cultivo de hongos, etc.) otras construcciones animales, como los termiteros africanos y australianos, son edificaciones colosales que constituyen auténticas chimeneas de ventilación de la “ciudad”.
Estas viviendas comunitarias, autosuficientes en su funcionamiento, con regulación precisa de la temperatura y del grado de humedad, están siendo imitadas por algunos arquitectos innovadores que buscan edificios sostenibles, y también son objeto de estudios científicos encaminados a conseguir hábitats preparados para la vida del hombre en una gran variedad de entornos áridos y hostiles, que incluso podrían estar ubicados algún día en la Luna.
Gloria Ortega Muñoz, Conservadora de Entomología, Museo de la Naturaleza y el Hombre.